Verano, verano, verano...
la etapa del año donde la incertidumbre es tan fuerte como la brisa cálida de alguna costa o el olor típico de una linda ciudad bajo un día soleado o bañándose de lluvia y nostalgia.
No es fácil aparentar para los que estamos dejando detrás historias y conceptos; que la vida es tan bella y simple como el atardecer de un día de verano, pero mientras se es joven, se lucha incansablemente por estar vigente en la novedad y la emoción que unas vacaciones te pueden ofrecer.
Pocas cosas te pueden detener cuando eres demasiado joven y entusiasta, y esperas siempre tener un poco más de determinación para permanecer de pie y recibir con una gran sonrisa todo lo que pudiera ocurrir, sea bueno o extraño .
Mientras mi organismo se dignaba en hacer algo por sentirse mejor, yo cumplo mi deseo pedido de la forma más irresponsable y me lanzo cojeando y brincoteando hacia la costas chica de nuestro estado de Guerrero y me encuentro con un mar agresivo e insinuante por la lluvia, un festejo local tradicional, una señora quiropráctica de maravilla y donde solo el amor de verano fue lo mas lejano y predecible.